Lucho
A Lucho le importaba muy poco lo que pudiera pensar la gente del pueblo, él se consideraba un hombre feliz, sin horarios, sin responsabilidades, sin preocupaciones. No por esto vaya usted a pensar que Lucho era un vago, nada más lejos de la realidad, era un verdadero amante del trabajo con el detalle de que no le gustaba la imposición. A Lucho le gustaba decidir que hacer, cuando hacerlo y la manera de hacerlo.
Todo un personaje nuestro querido Lucho, todos en el pueblo lo teníamos en gran estima, es verdad que algunas veces hacía enojar a alguien, sobre todo a Ramona, si
-¿Qué hacen todos acá en vez de estar jugando con el gato que dejé en cada una de sus casas?
La soledad era un problema en el pueblo, mi hijo dice que este es un pueblo a punto de morir, es duro pero tiene razón, todos vivimos solos, los que estuvimos casados somos viudos (bueno, la esposa de Augusto lo abandonó y se fue del pueblo), nuestros hijos todos se han ido a estudiar a las grandes ciudades y ya ni vienen de visita, el más joven de nosotros es el catire Smith y tiene 56 años.
Otra de Lucho, un día yo estaba en el monte buscando yuca, llegué a casa, en eso llega el Lucho y se empeñó en que ese día quería ser cocinero, con ese hombre no se puede razonar, me resigné a dejarlo cocinar, no se como lo logró pero las llamas del fogón estratégicamente ubicado a un lado de la casa alcanzaron la ropa tendida en una cuerda en el medio del patio, algo así como 8 mts separaban una cosa de otra. Yolanda me hizo camisas y pantalones nuevos, tuve que pagarle sembrando para ella